Renovar el contrato social para la educación
Antecedentes
El núcleo de la labor de la UNESCO para renovar la educación consiste en orientar la reflexión con el fin de forjar un nuevo contrato social para la educación que pueda configurar el futuro, satisfaciendo las necesidades de la humanidad y del planeta. Tal es la principal conclusión del informe de la UNESCO de 2021, «Reimaging Our Futures Together: a new social contract for education» (Reimaginar juntos nuestro futuro: un nuevo contrato social para la educación). El nuevo contrato social para la educación consiste en los acuerdos y principios implícitos que propician e inspiran la cohesión social en torno a la educación y que dan lugar a los correspondientes convenios educativos.
Este nuevo contrato social debe basarse en dos principios fundamentales: una visión ampliada del derecho a la educación a lo largo de toda la vida y el fortalecimiento de la educación como bien público y común. No representa el abandono de todo lo que hemos aprendido y experimentado colectivamente sobre la educación hasta ahora, pero tampoco consiste en una mera corrección del rumbo en un camino ya definido y fijado. Los educadores, las comunidades, los jóvenes, los niños y las familias llevan mucho tiempo identificando las limitaciones de los sistemas educativos existentes y siendo pioneros respecto a los nuevos enfoques para superarlas. Sin embargo, en ausencia de momentos colectivos de diálogo estructurado sobre la renovación de la educación, las iniciativas suelen darse de forma aislada o con un impacto limitado en la gran maquinaria institucional.
Podemos renovar la educación para hacer posible un futuro justo, equitativo y sostenible mediante la participación activa en el diálogo y la práctica para construir un nuevo contrato social para la educación. La UNESCO se propone suscitar la reflexión y catalizar el diálogo público con el fin de explorar nuevas vías para la formulación de políticas y la acción innovadora que permitan renovar la educación, de modo que esta prepare verdaderamente a todos los alumnos para inventar un futuro mejor. «Reimaginar juntos nuestros futuros: un nuevo contrato social para la educación» es, por tanto, un hito en un camino que se extiende hacia el futuro. Se trata de un documento vivo que propone un marco, unos principios y unas recomendaciones que personas de todo el mundo explorarán, compartirán y enriquecerán.
El informe ya ha suscitado un debate mundial y un diálogo a escalas nacional e internacional.
International Advocacy
National Dialogues
Key conversations
Principios
La reflexión sobre un nuevo contrato social para la educación debe guiarse por algunos principios fundamentales para el diálogo y la acción, en relación con determinados aspectos de la enseñanza y el aprendizaje:
La interconexión y las interdependencias deben enmarcar la pedagogía. Las relaciones que existen entre los profesores, los alumnos y el conocimiento se sitúan en un mundo más amplio. Todos los alumnos están conectados con el mundo y todo el aprendizaje tiene lugar dentro y con el mundo. Los estudiantes deben aprender cómo les afectan las acciones de los demás y cómo sus propias acciones afectan, a su vez, a los otros y, por esta razón, las aulas y las escuelas deben poner a los estudiantes en contacto con otros alumnos diferentes a ellos.
La cooperación y la colaboración deben enseñarse y practicarse adecuadamente a diferentes niveles y edades. La educación desarrolla las capacidades de los individuos para trabajar juntos y transformarse a sí mismos y al mundo cuando la cooperación y la colaboración son características que definen a las comunidades de aprendizaje. Esto se aplica tanto a la educación y el aprendizaje de adultos como para la educación infantil.
La solidaridad, la compasión, la ética y la empatía deberían estar arraigadas en nuestra forma de aprender. Debemos integrar en la educación toda la diversidad de recursos culturales de la humanidad y pasar de valorar la diversidad y el pluralismo a apoyarlos y sostenerlos. La enseñanza debe centrarse en desaprender los sesgos, los prejuicios y las divisiones. La empatía –la capacidad de cuidar de los demás y sentir con ellos– es esencial para construir pedagogías de la solidaridad.
La evaluación debe ajustarse a estos objetivos y ser significativa para el crecimiento y el aprendizaje de los estudiantes. Los exámenes, pruebas y otros instrumentos de evaluación deben armonizarse con fines y propósitos educativos. Gran parte de los aprendizajes importantes no se pueden medir o contabilizar fácilmente. Hay que dar prioridad a las evaluaciones formativas impulsadas por el profesor que promueven el aprendizaje de los alumnos. Debemos reducir la importancia de una evaluación estandarizada competitiva y de alto nivel.
Los planes de estudio deben mejorar la capacidad de los alumnos para acceder y contribuir a los conocimientos comunes. Los recursos de conocimiento colectivo de la humanidad, acumulados durante generaciones, deberían constituir la columna vertebral de los planes de estudios educativos. Los conocimientos comunes deben ser fácilmente accesibles para poder utilizarlos y contribuir a ellos. Debemos enseñar a los estudiantes (de todas las edades) a comprometerse con el conocimiento de manera creativa y crítica, cuestionando sus suposiciones e intereses. La educación debe capacitar a las personas para corregir las omisiones y exclusiones en los conocimientos comunes y garantizar que sea un recurso duradero y abierto que refleje la diversidad de formas de conocer y ser en el mundo.
La crisis ecológica requiere planes de estudio que reorienten fundamentalmente el lugar de los seres humanos en el mundo. Debe darse prioridad a una educación eficaz y pertinente sobre el cambio climático. En todos los planes de estudio debemos enseñar el arte de vivir de forma respetuosa y responsable en un planeta que ha sido dañado por la actividad humana.
La difusión de la desinformación debe contrarrestarse mediante la alfabetización científica, digital y humanística. Los planes de estudio deben hacer hincapié en la investigación científica y en la capacidad de distinguir entre la investigación rigurosa y las falsedades. Debemos desarrollar habilidades digitales que capaciten a los alumnos para hacer un uso significativo de la tecnología. Los planes de estudio deben garantizar que los estudiantes también adquieran la capacidad de ‘actuar’ en el ámbito de la ciencia y la tecnología desempeñando un papel en la determinación de cómo se utilizan y con qué fines.
Los derechos humanos y la participación democrática deben ser los pilares fundamentales de un aprendizaje que transforme a las personas y al mundo. Debemos priorizar la educación en derechos humanos que apoye las capacidades de los estudiantes y ofrezca un punto de entrada a un universo moral comprometido con el reconocimiento y la prosperidad de todos. La igualdad de género debe abordarse en todos los planes de estudio y deben eliminarse los estereotipos de género opresivos. Los alumnos también deben aprender a enfrentarse directamente al racismo y a la discriminación en todas sus formas
La colaboración y el trabajo en equipo deben caracterizar el trabajo de los profesores. Debemos apoyar a los profesores para que trabajen en común como los principales convocantes de entornos, relaciones, espacios y tiempos educativos. La enseñanza de calidad se produce en equipos y entornos propicios que garantizan la atención de las necesidades físicas, sociales y emocionales de los alumnos.
La producción de conocimientos, la reflexión y la investigación deben ser parte integrante de la enseñanza. Hay que apoyar y reconocer a los profesores como alumnos intelectualmente comprometidos que identifican nuevas áreas de investigación e innovación, definen preguntas de investigación y generan nuevas prácticas pedagógicas.
Debe apoyarse la autonomía y la libertad de los profesores. Debe fomentarse una fuerte identidad profesional de los profesores. Esto incluye una formación inicial adecuada y un desarrollo profesional continuo que garantice que los profesores sean capaces de utilizar eficazmente su criterio y experiencia en el diseño y la dirección del aprendizaje de los alumnos.
Los profesores deben participar en el debate público y en el diálogo sobre los futuros de la educación. Debemos garantizar la presencia de los profesores en los diálogos sociales y en los mecanismos participativos de toma de decisiones necesarios para reimaginar juntos la educación.
Las escuelas deben ser protegidas como espacios donde los estudiantes encuentren retos y posibilidades que no están disponibles en otros lugares. Si las escuelas no existieran tendríamos que inventarlas. Deberíamos garantizar que las escuelas reúnan a diversos grupos de personas para que aprendan de y con los demás.
El desarrollo de capacidades colectivas debe guiar el rediseño de las escuelas. Deben diseñarse las arquitecturas escolares, los espacios, los horarios y las agrupaciones de estudiantes para desarrollar la capacidad de las personas para trabajar juntas. Las culturas de colaboración deben impregnar la administración y la gestión de las escuelas, así como las relaciones entre las escuelas.
Las tecnologías digitales deberían tener como objetivo apoyar (no reemplazar) a las escuelas. Debemos aprovechar las herramientas digitales para mejorar la creatividad y la comunicación de los estudiantes. Cuando la IA y los algoritmos digitales se incorporan a las escuelas, debemos garantizar que no se limiten a reproducir los estereotipos y sistemas de exclusión existentes.
Las escuelas deben modelar el futuro al que aspiramos garantizando los derechos humanos y convirtiéndose en ejemplos de sostenibilidad y neutralidad de carbono. Hay que confiar en los estudiantes y encargarles que lideren el camino hacia la ecologización del sector educativo. Debemos garantizar que todas las políticas educativas sostengan y promuevan los derechos humanos.
A lo largo de toda su vida las personas deben tener oportunidades educativas significativas y de calidad. El aprendizaje debe ser permanente, continuo, dando importancia y reconocimiento a la educación de los adultos. Deberíamos utilizar principios de diseño inclusivo y comenzar cualquier planificación centrándonos en atender a los más marginados y a los entornos más frágiles.
Los ecosistemas educativos saludables conectan los sitios naturales, construidos y virtuales del aprendizaje. Deberíamos valorar más la biosfera como un espacio de aprendizaje. Los espacios de aprendizaje digital son ahora parte integrante de los ecosistemas educativos y deben desarrollarse para apoyar los fines públicos, inclusivos y comunes de la educación. Deben priorizarse las plataformas de acceso y código abierto, con una fuerte protección de los datos de estudiantes y profesores.
Debe reforzarse la capacidad del gobierno para la financiación pública y la regulación de la educación. Debemos desarrollar la capacidad de los Estados para establecer y hacer cumplir normas y disposiciones educativas que sean receptivas, equitativas y que defiendan los derechos humanos.
El derecho a la educación debería ampliarse. Ya no nos sirve enmarcar el derecho a la educación simplemente en torno a la escolarización. Todo el mundo, en todas partes, debería tener derecho a la educación continua. Debemos apoyar el derecho a la información y el derecho a la cultura como elementos habilitadores necesarios del derecho a la educación, incorporando el derecho a la conectividad.