Durante miles de años, los pueblos indígenas recurrieron al fuego para fraguar el entramado de su propia existencia, entendiendo que este poder de destrucción también podía ser utilizado como una valiosa herramienta.
En la región del Escudo Guayanés en Sudamérica, estas comunidades han logrado aprovecharse de los incendios mediante el uso de quemas intencionales y localizadas que les han permitido moldear su entorno, alimentar sus ecosistemas y mejorar sus condiciones de vida. Al aplicar una estrategia que consistía en disminuir la acumulación de maleza seca en zonas específicas como pastizales que podían arder fácilmente, estos fuegos controlados actuaban como una barrera e impedían que los incendios se expandieran en los bosques.
Esta quema tradicional se organizaba minuciosamente en épocas específicas del año, siguiendo las señales que enviaba la naturaleza como los patrones climáticos, el comportamiento de los animales y el alineamiento de los cuerpos celestes. Las cenizas resultantes mejoraban la fertilidad del suelo, y el mosaico variado de las marcas dejadas por el fuego y el rebrote de la vegetación servían de sustento para la biodiversidad y las formas tradicionales de vida. Durante generaciones, estas comunidades indígenas fueron capaces de usar el fuego eficazmente para lograr un equilibrio ecológico con el medio ambiente.
“ʴDZíپ de cero incendios”
Cuando las potencias coloniales se encontraron por primera vez con los pueblos indígenas, consideraron que muchas de sus prácticas eran primitivas y las erradicaron; entre ellas estaba su estrecho vínculo con el fuego. El enfoque predominante era el de una “política de cero incendios”, es decir, la eliminación completa de todo tipo de incendios, y con frecuencia se establecía una prohibición total de su uso. En lugar de reconocer el fuego como una herramienta fundamental para la gestión controlada de los territorios, se lo trataba como una fuerza incontrolable de la naturaleza que era necesario erradicar. En algunas zonas, las prácticas de uso intencional de incendios eran consideradas incluso como crímenes y, a menudo, las comunidades indígenas sufrieron las consecuencias de estas políticas.
Muchas de las políticas actuales en materia de incendios han sido moldeadas por las ideologías colonialistas. Los científicos y los organismos convencionales encargados de la preservación de la naturaleza y la gestión de incendios todavía no entienden bien los conocimientos indígenas sobre el fuego, y las prácticas tradicionales de quema son consideradas, en el mejor de casos, como despreciables o insignificantes y, en el peor, como destructivas. La confusión que existe entre la quema controlada y los incendios forestales devastadores ha complicado todavía más la cuestión.
La crisis climática apela a un nuevo modelo de gestión de incendios
Con el tiempo, las limitaciones que presentan estas “políticas de cero incendios” resultan cada vez más evidentes. La erradicación de las prácticas tradicionales de quema, especialmente en ecosistemas secos susceptibles de prender fuego fácilmente como las sabanas tropicales, puede traer como consecuencia que se produzcan incendios más intensos y extensos, debido a la acumulación de materiales combustibles no quemados previamente. También se pierden los numerosos beneficios que aportan los incendios controlados, como la mejora de la calidad del suelo y el rebrote de las plantas, que favorecen la biodiversidad.
Recientemente, también se ha desarrollado un bucle de retroalimentación negativa: como el calentamiento global genera un aumento del número y la intensidad de los incendios forestales, estos, a su vez, emiten mayores cantidades de gases de efecto invernadero, lo cual incrementa los efectos del cambio climático.
Hoy urge tomar en consideración e integrar modelos alternativos de gestión de incendios. Los conocimientos indígenas sobre los incendios presentan un potencial considerable y todavía prácticamente inexplorado para establecer estrategias de gestión de incendios más eficaces y sostenibles que podrían reducir los efectos del cambio climático.
LINKS: una iniciativa para promover los conocimientos indígenas
La UNESCO ocupa una posición única ideal para lograr reunir estos conocimientos indígenas sobre incendios y potenciar su integración en las políticas nacionales de gestión de incendios y de la ciencia climática mundial. La iniciativa Sistemas de Conocimientos Locales e Indígenas (LINKS) trabaja directamente con las comunidades indígenas, y dentro de ellas, por todo el planeta, con el fin de reconocer y describir sus sistemas ancestrales de conocimiento a través de talleres, entrevistas y la promoción de investigaciones dirigidas por los individuos procedentes de los pueblos indígenas. Gracias a su colaboración con académicos y científicos para salvar la brecha que existe entre conocimientos tradicionales y científicos, LINKS consigue traducir las tradiciones orales en recomendaciones políticas viables a nivel nacional y regional.
El alcance mundial de la UNESCO también permite que LINKS establezca un intercambio de conocimientos entre pueblos indígenas, de modo que una comunidad local en Venezuela puede compartir estrategias de gestión de incendios con personas que se enfrentan a los mismos desafíos en Botswana.
Muchos de estos conocimientos desaprovechados todavía se conservan únicamente en lenguas indígenas específicas o en narraciones tradicionales, lo cual representa una razón suplementaria para favorecer que sigan vivas y que fluyan entre las generaciones más jóvenes. A través del Decenio Internacional de las Lenguas Indígenas (2022-2032), la UNESCO se esfuerza en proteger y promover las lenguas amenazadas.
Una estrategia ya probada que coge fuerza
En aquellas zonas del mundo en las que se ha reintroducido la gestión indígena de incendios, han disminuido considerablemente los incendios forestales. En las últimas décadas, en el norte de Australia se retomó la estrategia de gestión aborigen, y el número de incendios forestales se redujo a la mitad. Por el contrario, el sur del país, donde estas prácticas todavía estaban prohibidas, siguió afectado por fuegos devastadores.
En el , en Venezuela, donde vive el pueblo indígena de los pemones, se levantó la prohibición de la quema tradicional en 2015, a la luz de un estudio de 11 años de duración que demostraba sus efectos benéficos para la biodiversidad y la prevención de incendios forestales.
El estado de California, en Estados Unidos, que cada año se enfrenta a incendios forestales durante el verano, también está pidiendo ahora ayuda a las comunidades nativas americanas, y contempla la posibilidad de reintroducir la quema controlada que, durante tanto tiempo, estuvo prohibida.
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