Ruthmery Pillco ha dedicado 12 años de su carrera a la protección de los ecosistemas tropicales. Primero haciendo voluntariados, pasantías y cursos en el Perú y luego en Costa Rica, donde tuvo la oportunidad de desarrollar un programa de conservación de árboles raros y amenazados. Actualmente, lidera el , en el Parque Nacional del Manu.
Desde pequeña tuvo gran interés por el Oso Andino y vocación por ser bióloga. Creció en un entorno donde los padres de su localidad querían que sus hijas se quedaran en casa realizando tareas de cuidado y que sus hijos sean médicos o abogados. Sin embargo, Pillco decidió luchar por sus sueños y trabajar hasta convertirse en científica, logrando realizar una maestría en Taxonomía, Diversidad y Conservación de plantas y hongos en la Universidad Queen Mary de Londres y ejercer un rol de liderazgo que la ha llevado a ganar reconocimiento a nivel nacional e internacional.
“Siempre fui curiosa y amante de la naturaleza. Entonces, el haber nacido en una zona rural, en una comunidad rodeada de naturaleza, acompañada de mis padres que son agricultores, creo que me motivó a hacer ciencia. Amo ser científica”, cuenta.
Después de completar su formación universitaria, Ruthmery no dudó en adentrarse en la investigación de campo. Durante sus primeros años de carrera, trabajó en la , recolectando semillas y propagando especies raras para proyectos de restauración. Esta experiencia le permitió entender que la conservación implica proteger un ecosistema, y, además, restaurar activamente los espacios degradados para asegurar su sostenibilidad a largo plazo.
En 2021, Ruthmery regresó a Perú para unirse a la organización , donde lidera un ambicioso proyecto de investigación sobre el oso andino en el Parque Nacional del Manu. Su trabajo, junto a su equipo de científicos y científicas, no solo se centra en el estudio de esta especie emblemática, sino que también busca entender cómo el cambio climático y la deforestación afectan su ciclo de vida y, en consecuencia, el equilibrio del ecosistema del bosque nublado. A través del uso de , Ruthmery ha descubierto información crucial sobre los movimientos y comportamientos del oso andino, lo que promueve el desarrollo de estrategias de conservación más efectivas.
Ruthmery ha superado numerosos desafíos en su trayectoria, especialmente como mujer en un campo dominado por hombres. Durante sus expediciones, ha enfrentado obstáculos físicos y personales, desde cargar pesados equipos por largas jornadas hasta ganarse la confianza de guías locales y colegas masculinos. Sin embargo, su determinación y pasión por la ciencia han sido clave para avanzar en su carrera, ganando el respeto y admiración tanto dentro como fuera de su equipo.
“Creo que otro desafío de ser mujer, al menos de mi edad, es la presión social para tener familia. Casarse, tener hijos. Como que tienes que tomar ya estas decisiones y no seguir haciendo lo que quieres. Entonces, es un poco complicado para las mujeres. Pero yo sé que se puede. Hay muchos ejemplos de mujeres que han seguido haciendo ciencia y teniendo familia”, expresa.
Su labor no se limita a la investigación científica. Ruthmery es una ferviente promotora de la y el empoderamiento de las comunidades locales. En el Manu, ha creado un programa de educación para estudiantes de escuelas cercanas, quienes visitan la estación biológica para aprender sobre el oso andino y la importancia de la conservación del bosque. Además, trabaja estrechamente con las comunidades altoandinas, comunicándose en quechua, desarrollando proyectos de restauración de ecosistemas con especies endémicas.
“El conocimiento de las mujeres indígenas sobre las plantas es increíble. Trabajar con ellas es una de las experiencias más enriquecedoras que he tenido. Primero, por la resiliencia que muestran las mujeres. Lo segundo, es el tema de la creatividad, siempre vienen con ideas nuevas, son proactivas y tienen mucha sabiduría”, asegura.
Investigación, educación ambiental y trabajo colaborativo con las comunidades es el enfoque que aplica Ruthmery Pillco. Es un ejemplo de compromiso y resiliencia. Una mujer indígena científica que no solo busca comprender los misterios de la naturaleza, sino también socializar e intercambiar dicho conocimiento con las comunidades que dependen de ella. Su historia es una fuente de inspiración para jóvenes y niñas que sueñan con dedicarse a la ciencia y contribuir a la conservación del planeta.
“Le digo a las niñas, mujeres en general, que no tengan miedo, que sean muy curiosas y que sigan su instinto. Creo que algo que nos diferencia de los varones es el instinto femenino, entonces, que sigan ese instinto, pasión, fuerza, resiliencia y creatividad. Va a haber muchos retos en el campo, pero todo se puede”, finaliza.
