Norma Mamani es una bióloga nacida en Sicuani (Cusco - Perú) cuyo amor por la naturaleza y las plantas la llevó a dedicarse a la botánica. “Me siento muy feliz. Sé que todavía me falta mucho por aprender, pero me siento satisfecha investigando”, señala.
Desde muy joven, Norma sintió una profunda conexión con los paisajes andinos y la biodiversidad de su entorno. Esta pasión la llevó a estudiar biología en la Universidad Nacional de San Antonio Abad del Cusco - UNSAAC, donde se especializó en botánica. Años más tarde, reafirmó su interés por las plantas cuando empezó a trabajar en el Herbario Vargas CUZ de esa universidad.
La primera gran experiencia de campo de Norma ocurrió en la , dentro de la Reserva de Biosfera del Manu. Esta es considerada uno de los corazones más ricos en biodiversidad de la Amazonía peruana. Allí, Norma, bajo la guía de reconocidos investigadores Miles Silman y William Farfán de , se adentró en el monitoreo de árboles y en la instalación y revisión de parcelas permanentes. Estas experiencias le permitieron estudiar cómo los árboles de la Amazonía responden a factores climáticos y ecológicos a lo largo de un gradiente altitudinal, desde los Andes hasta la selva baja.
Norma continuó expandiendo su conocimiento y habilidades participando en importantes proyectos científicos, como la instalación de parcelas permanentes en San Martín y Cusco bajo la dirección de la . Estos trabajos no solo le brindaron un profundo entendimiento sobre la flora amazónica, sino también sobre la importancia de las interacciones entre plantas, animales y el cambio climático.
Desde abril de 2022, Norma forma parte del proyecto "Desentrañando la vida secreta del oso andino y su vulnerabilidad al cambio climático", liderado por la destacada bióloga Ruthmery Pillco Huarcaya, en la Reserva de Biosfera del Manu. En este proyecto, Norma se ha especializado en el estudio de la dieta de dicho animal utilizando . El equipo de investigación ha encontrado registros importantes sobre los hábitos alimenticios de esta emblemática especie y ha trabajado en estrecha colaboración con las comunidades locales, integrando el conocimiento tradicional en su investigación científica.
“Toda la Reserva de Biosfera es como mi segunda casa. Yo me siento muy feliz por los hallazgos que hemos tenido, por la concientización que estamos haciendo en las comunidades”, cuenta.
Para Norma, uno de los aspectos más gratificantes de su trabajo ha sido la educación ambiental con niños y jóvenes de las comunidades cercanas a la Reserva de Biosfera del Manu. A través de programas de pasantías, Norma ha inspirado a futuros científicos y conservacionistas, sembrando en ellos el amor por la naturaleza y la importancia de la conservación de su entorno.
“Los niños influyen mucho en sus papás, cuando les hablan de la conservación.
Involucrar a esos niños en mi investigación es gratificante, porque de alguna forma les estamos educando y tal vez de ahí va a salir un futuro investigador, biólogo que también va a querer trabajar por la conservación y la protección de esta área”, expresa.
A pesar de los desafíos de trabajar en el campo, como largas caminatas en condiciones difíciles y la reticencia inicial de algunas comunidades a discutir temas de conservación, Norma ha superado estas dificultades con perseverancia y dedicación. Su capacidad para combinar el conocimiento científico con el saber local ha sido clave para su éxito, lo que le ha permitido establecer un puente entre la ciencia moderna y las prácticas ancestrales de conservación.
"Yo integro dentro de mis investigaciones el conocimiento indígena que viene de generación en generación. Me complementa y, además, permite que mi investigación tenga un mayor valor. La población indígena de las comunidades tiene bastante conocimiento”, enfatiza.
Norma comenta cómo, por ejemplo, en relación con la botánica, las comunidades conocen los nombres comunes y usos de las especies de plantas, reconociendo cuáles tienen un valor medicinal o económico. Además, en relación con el oso andino o ukuku (vocablo quechua), señala cómo estas conocen su movimiento o interacción con otras especies de animales, considerando información transmitida de generación en generación por sus antepasados.
Así, Norma Mamani es un ejemplo de cómo la ciencia y el compromiso personal pueden transformar tanto los ecosistemas como las comunidades, y su trabajo continúa siendo una fuente de inspiración para las generaciones más jóvenes que desean seguir su camino en la conservación y la investigación científica.
"Siempre les digo a los jóvenes, especialmente a las niñas, que cultiven su curiosidad y no callen sus ideas. Que se hagan preguntas, busquen respuestas, y se atrevan a leer e investigar un poco más," concluye.
