Estudiantes del colegio Betania con su profesoa en la sala de clases

Historia

En Chile la juventud tiene mucho que decir sobre las temáticas difíciles del pasado

María Francisca Elgueta, profesora chilena de Historia, es la ganadora del Global Teacher Prize Chile 2022, iniciativa que cuenta con el apoyo de la UNESCO. Esta docente del Colegio Betania de La Granja, en Santiago, se adjudicó la versión chilena de este reconocimiento internacional debido a su labor en este centro educativo especializado en reinserción escolar. Su escuela pertenece a la Fundación Súmate del Hogar de Cristo, institución de beneficencia que forma parte de las obras de la Compañía de Jesús en Chile, y trabaja para reinsertar a niños y niñas que han abandonado el sistema escolar en la zona sur de la capital chilena.

Esta docente lleva 10 años trabajando en contextos escolares de alta vulnerabilidad y 3 años en entornos de reinserción. Su día a día se desarrolla en un lugar donde el abandono educativo es un peligro latente, situación muchas veces ligada a la baja autoestima académica y “poco sentido de pertenencia a la escuela y a la sociedad en general. Se sienten constantemente excluidos, por lo cual otros espacios como la delincuencia y el narcotráfico se vuelven más atractivos”, relata la docente.

En un colegio donde se imparte educación primaria y secundaria con modalidad acelerada (dos años en uno), con talleres y certificación de oficios, esta profesora enseña Historia motivada por la convicción de que todas y todos los jóvenes tienen un alto potencial de construcción de su futuro.

La UNESCO entrevistó a María Francisca en Santiago, Chile, acerca de cómo la escuela forma ciudadanos activos que construyan una sociedad para todos: “La escuela es un espacio fundamental para desarrollar autoestima, para valorar su propia identidad y la de sus comunidades, y para desarrollar un proyecto de vida que les haga sentido y con el que busquen aportar a la sociedad sintiéndose miembros valorados”, indica.

Foto (abajo): Visita con sus estudiantes al Museo Interactivo Judío en Santiago, Chile

¿Cómo es aprender Historia en una escuela de segunda oportunidad con alumnos vulnerables?

Las y los estudiantes en contextos de marginación social no se entienden a sí mismos como sujetos de derecho y deberes porque no se sienten vistos. Son invisibles. La clase de Historia se vuelve fundamental para crear verdadera justicia social, pero esto no se logra diciéndoles que son importantes, ni porque sea yo la voz para hacerlos visibles. Son ellos los que tienen que interrogar al pasado desde sus propias identidades, interpretar el presente y entender que pueden ser agentes activos de la historia. Esto les permite ser vistos, remirarse, resignificarse a sí mismos y a sus comunidades, y sentirse miembros importantes de la sociedad, con interés y convicción de aportar.

La historia se ha escrito siempre desde el poder, desde los vencedores y por eso es importante hacerles preguntas abiertas, enseñarles a escoger sus propias fuentes de forma rigurosa, construir sus propias preguntas, interpretaciones y explicaciones históricas. En clases valoramos la subjetividad, pero cuidamos que las interpretaciones se construyan sobre un piso valórico común.

Cuando la clase de Historia se construye así, se involucran en su propio aprendizaje y la clase se siente relevante para sus propias vidas, para construir sus identidades y sus comunidades. De esa forma también logramos promover valores democráticos como el respeto mutuo, la inclusión, la escucha activa y la diversidad de puntos de vista. Así, las y los estudiantes pueden trabajar con contenido desafiante mientras desarrollan sus propias perspectivas y voz sobre una base intransable de valores democráticos y sustentada en los derechos humanos. En clases aprenden el valor y la necesidad de participar en la vida cívica y su papel en la formación de una sociedad democrática.

Foto (abajo) El Holocausto, tema presente de forma transversal en el currículo escolar

Visita al Museo Interactivo Judío. Santiago, Chile

En su trabajo le ha tocado abordar temáticas de pasados difíciles como el Holocausto y han visitado lugares de memoria. ¿Cómo trata este tema con tus alumnos?

Los contenidos en las salas de clases tienen que ser significativos. Solo así podremos desarrollar en el estudiantado las habilidades que buscamos. La juventud tiene muchísimo que decir frente a las temáticas difíciles del pasado. Sus experiencias les permiten mirar con un ojo crítico las injusticias y sus impactos en la historia. Además, son sumamente reflexivos y creativos definiendo mecanismos de acción para evitar que hechos de este tipo vuelvan a suceder.

El año 2022 realizamos un proyecto sobre el Holocausto. Durante tres meses estudiamos en profundidad este evento histórico. Leímos la novela gráfica de Anna Frank y exploramos cómo las historias que contamos sobre nosotros mismos y los demás tienen el poder de humanizar y de deshumanizar. Discutimos el concepto de raza, y lo problematizamos a la luz de la realidad chilena, interpelando nuestras propias creencias.

Asimismo, revisamos cómo los contextos de crisis político-socio-económica despiertan la búsqueda de soluciones o “milagros”. Aprendimos cómo analizar la propaganda política y lo aplicamos en la propaganda actual. Discutimos el valor histórico de los testimonios y reflexionamos cómo el arte y la poesía sirven para expresar sentimientos e ideas que cuesta expresar en palabras. También abordamos cómo la democracia requiere de ciertos límites para proteger a las minorías, y cómo los discursos de odio permean fácilmente. Tratamos con especial énfasis el valor de la democracia y reconocer su fragilidad, como también el rol que podemos cumplir todos frente a las injusticias y cómo podemos ser agentes de cambio.

Foto (abajo): Visita de Rudi Haymann (sobreviviente del Holocausto de 101 años) al Colegio Betania

Tare a entregada por un estudiante sobre Ana Frank

¿Por qué es importante para usted que las y los estudiantes aprendan sobre la violencia histórica?

La clase de Historia –mediante evidencia histórica- es un espacio fundamental para construir un piso común, valórico, no transable para nuestra sociedad. Es fundamental que aprendan sobre la violencia histórica, pues es la única manera de distinguir las formas que toma en la actualidad y que decidan activamente hacerle frente. Mediante un análisis con sentido y con rigurosidad del pasado podemos construir una sociedad en la que los derechos humanos no sean discutibles, entender el valor de la democracia y de construir justicia, porque se entiende la injusticia.

Como profesora de Historia me centro en que los estudiantes examinen momentos cruciales de la historia y aprendan cómo las decisiones del pasado han dado forma a nuestro presente. Es clave que los estudiantes comprendan que la historia no es inevitable: las personas toman decisiones y estas decisiones hacen la historia.

Visita de Rudi Haymann (sobreviviente del Holocausto de 101 años) al Colegio Betania

¿Cuál es el aporte que la educación ciudadana y la enseñanza sobre los pasados difíciles entrega a la vida de estudiantes en situación de vulnerabilidad? ¿Qué le gustaría que sus alumnos aprendieran y aplicaran con este tipo de contenidos?

La historia nos enseña que las democracias son frágiles y sólo pueden mantenerse vivas a través de la participación activa, reflexiva y responsable de sus ciudadanos. En un mundo cada vez más polarizado, es más importante que nunca que el estudiantado comprenda y adopte valores fundamentales para la defensa de los ideales democráticos de equidad, libertad, igualdad, respeto y tolerancia entre las personas.

Creo que hoy el replanteamiento que debe tener el sistema educativo completo está en cómo preparamos a los estudiantes para que se conviertan en participantes activos y reflexivos en la sociedad, que puedan marcar una diferencia positiva en el mundo. Los colegios, y especialmente las clases de Historia, son microcosmos de la democracia, un espacio en el que los y las estudiantes desarrollan y fortalecen su formación ciudadana.

La Historia y la formación ciudadana van de la mano. Hoy, con las múltiples problemáticas globales, debemos formar estudiantes con la capacidad y disposición para entender y actuar como ciudadanos integrales frente a temas de significancia mundial, tales como las crisis humanitarias, la desigualdad, la crisis climática, los discursos de odio, etcétera. Para ello, es necesario que desarrollen habilidades como el pensamiento crítico, la consciencia de sí mismos, la valoración de la diferencia, la flexibilidad, la curiosidad, la comunicación; valores como la empatía, la solidaridad y la humildad; y la capacidad de evaluar información y la alfabetización digital, entre otras.

Cuando desarrollamos estas competencias en contextos de alta vulnerabilidad, permitimos que estudiantes que históricamente han sido excluidos puedan formar y expresar una voz frente a lo que sucede, a lo que ha sucedido y el futuro que sueñan crear. Y para eso hay que buscar que la clase de Historia sea un espacio que forme ciudadanos, que sientan que tienen algo importante que aportar, y que su voz merece ser escuchada.