Empowering adolescent girls and young women through education - Safia - Tanzania

Historia

Empoderar a las niñas y a las comunidades mediante una educación de calidad

Conozca a estas adolescentes y mujeres jóvenes que hacen realidad sus sueños gracias a la educación, así como a los padres y miembros de las comunidades que apoyan su educación y su empoderamiento en Malí, Nepal y la República Unida de Tanzania.

Estas personas participaron en el . Basado en el compromiso común de la UNESCO, ONU-Mujeres y el FNUAP, el Programa Conjunto aplica un método coordinado y multisectorial con el objetivo de emancipar a las niñas y a las mujeres jóvenes mediante una educación de calidad.

Primera etapa. Malí

En Malí, más de 5.600 niñas y mujeres jóvenes no escolarizadas se han convertido en autónomas gracias a la alfabetización y a una educación profesional, y han recibido una formación en materia de salud sexual y reproductiva. Unos 200.000 miembros de sus comunidades también fueron sensibilizados sobre la necesidad de la retención, la reinserción y el acceso de las niñas a la educación y 3.560 docentes, administradores escolares, padres y líderes comunitarios se beneficiaron de formaciones con miras a favorecer la puesta en marcha de escuelas con entornos de aprendizaje inclusivos y seguros para las niñas. Las niñas y los niños en edad de escolarización, desplazados tras conflictos intercomunitarios, también fueron reinsertados en el sistema escolar formal.

 

Adama, una alumna brillante de Mopti

“Me gusta aprender”, explica. “Mi lengua materna es el fulfulde, pero también hablo bambara. Aprendí esta lengua con mis compañeros en la escuela”.

En 2017, Adama y su familia tuvieron que abandonar su aldea para huir de un conflicto a escala intercomunitaria que enfrentó a las etnias fulani y dogón en la región de Mopti (centro de Malí), fuertemente afectada por la violencia y la guerra. Con su familia, vive en un campamento de refugiados en las afueras de Bamako.

“Una persona que ha recibido educación es más importante que una persona analfabeta”, afirma Aminata Traore, la madre de Adama. “Quiero que ella vaya a la escuela y que consiga un buen trabajo cuando termine sus estudios”.

Adama pudo regresar a la escuela en 2018 gracias a la acción conjunta llevada a cabo por la UNESCO, el Fondo de Población de las Naciones Unidas (FNUAP) y ONU-Mujeres con miras a reincorporar a las niñas desplazadas dentro de su propio país al sistema escolar formal de Bamako. En la escuela, Adama aprendió a leer y a escribir en francés, así como a hablar el bambara, la lengua local utilizada en Bamako, e incluso hizo nuevos amigos.

Durante la crisis de la COVID-19, el Programa conjunto UNESCO/FNUAP/ONU-Mujeres proporcionó un apoyo técnico al gobierno de Malí con miras a organizar y difundir mediante el canal de televisión nacional las clases de recuperación dirigidas a los educandos.

Adama retomó el camino de la escuela desde el mes de septiembre en cuanto su centro escolar volvió a abrir. Les pide a los dirigentes que hagan todo lo posible para acabar con la guerra para que ella y su familia puedan volver a su hogar, y para que las niñas puedan continuar su escolarización.

 

Próxima etapa, Nepal

En Nepal, el Programa Conjunto ha trabajado en 5 distritos y con 14 municipalidades. Más de 6.300 niñas y mujeres jóvenes se reunieron en los centros de aprendizaje comunitarios o centros de recursos locales que trabajan en favor de la educación y los medios de subsistencia de los grupos marginados. De estas niñas, 1.874 participaron en cursos de alfabetización funcional que incorporaron una educación integral de la sexualidad y una enseñanza multilingüe en su lengua materna con miras a garantizar una educación inclusiva y equitativa. Cerca de 4.470 niñas y mujeres jóvenes participaron en cursos de competencias profesionales de las cuales 1.458 comenzaron a generar ingresos.

Chanda, una campeona para las niñas de Rautahat

“Los embarazos precoces tienen graves consecuencias para la salud reproductiva y psicológica de las niñas que, además, son víctimas de la violencia de género”, afirma Chanda. “¡Debemos proporcionar a las niñas los medios para que defiendan sus derechos y su bienestar!” Y añade: “Es por eso que seguiré trabajando en el ámbito de la educación”.

Chanda, de 23 años, ya había abandonado la escuela cuando se incorporó al programa conjunto, en el que recibió una formación profesional. Su trabajo de animadora en los cursos de alfabetización funcional de la UNESCO despertó en ella las ganas de estudiar una carrera en el ámbito de la educación.

Chanda trabaja con niñas que han abandonado la escuela o que nunca han asistido a esta, y con niñas casadas o que han sido madres jóvenes. “Las niñas casadas no tienen oportunidad de continuar su escolaridad, son analfabetas e incapaces de administrar sus finanzas, algo que las hace completamente dependientes de otros”, explica Chanda. Según ella, la acción que lleva a cabo en favor del empoderamiento de las niñas debe marchar a la par de la acción con miras a reducir los matrimonios precoces.

Chanda pudo dar seguimiento a los progresos alcanzados por las niñas al final del curso de alfabetización, y constató que habían ganado mucho en confianza en sí mismas gracias a su participación y su aprendizaje. No obstante, debido a los confinamientos provocados por la pandemia, muchas de ellas tuvieron que volver a trabajar en el campo, y los padres aprovecharon que las dotes habían bajado de precio para casar a sus hijas. Queda mucho por hacer para cambiar los comportamientos de padres y tutores hacia las niñas.

A pesar de estos obstáculos, Chanda está decidida a trabajar con las adolescentes para estimularlas y hacer que los comportamientos sociales con respecto a la educación de las niñas evolucionen progresivamente.

Dhauli, una mujer empresaria y ejemplar de Bajura

“Cuando empecé a asistir a los cursos, no sabía ni siquiera recitar el alfabeto. Ahora, he ganado la confianza necesaria para tomar la palabra durante los talleres”, afirma Dhauli. “La educación es importante – sin las formaciones que recibí no hubiera podido crear mi propia empresa”.

Dhauli se casó a los 12 años de edad después de que su madre falleciera, de modo que nunca tuvo la oportunidad de asistir a la escuela. Recibió cursos de alfabetización funcional del Programa Conjunto, mediante los cuales adquirió competencias en el ámbito empresarial.

Desde que se inscribió en los cursos, Dhauli abrió una tienda de comestibles y dirige una finca agrícola. Ya ha contraído préstamos bancarios de un monto de 400.000 NPR (3.300 dólares estadounidenses) para poder investir en su tienda, y esta inversión ha sido exitosa. Actualmente gana hasta 4.500 NPR (37 dólares estadunidenses) diarios. También ha podido ampliar su finca familiar mediante la compra de búfalos y cerdos.

Dhauli es la primera de su familia en tener conocimientos financieros. Es un ejemplo para sus compañeras gracias a sus competencias en el ámbito de la iniciativa empresarial y comparte sus conocimientos con su esposo y sus hijos. Para ella, la libertad de poder gestionar su propia empresa está relacionada también con la garantía de un futuro para sus hijas.

No tuve oportunidad de estudiar, pero con mis ingresos puedo lograr que mis hijas reciban una educación”, afirma. “Esto debe mejorar nuestro futuro. Puede que yo haya sido una mujer analfabeta, pero mis hijas no lo serán”.

Komal, defensora de la educación de las niñas de Rajpur Farhadawa

“Antes, creía que era una mala alumna, pero ahora sé que soy buena alumna y que puedo lograrlo”, afirmó Komal. Los cursos de alfabetización funcional han mejorado mi vida. Estoy convencida de que tendré éxito en el futuro”.

Komal, de 15 años de edad, abandonó la escuela en el 6° grado debido al ausentismo repetido de los docentes y a su escaso compromiso. Sim embargo, dos años más tarde, asistió a los cursos, algo que la incitó a volver a la escuela ya que descubrió lo importante que era su educación.

Komal aprendió a militar por su propia educación, a detectar y señalar la violencia basada en cuestiones de género, a tener cuidado con su propia salud reproductiva y a solucionar sus problemas de salud. Incluso recibió una enseñanza sobre explotación sexual y trata de personas, y aprendió a protegerse.

Komal participó también en un programa de radio organizado por la UNESCO en el que intercambió con líderes locales y partes interesadas de su distrito. Debatió con ellos acerca de la salud, la educación y los problemas que afectan a los jóvenes. Esta experiencia reforzó su confianza en sí misma y la ayudó a superar su miedo a hablar en público.

Komal fue empoderada gracias al Programa Conjunto, lo que le inspiró la idea de comprometerse en abogar a favor de la educación de las niñas. “Creo que todas las niñas deberían recibir una educación”, afirmó. “Quiero participar en programas similares en el futuro para poder motivar a otras niñas a que estudien”.

Parbati, facilitadora de cursos de alfabetización funcional en Simalkot

“Ver cómo aprenden a leer y a escribir ante mis ojos – es algo que me llena de satisfacción”, afirmó Parbati, facilitadora de cursos de alfabetización funcional del Programa Conjunto y coordinadora de la defensa de los derechos de los jóvenes en Simalkot. “Me di cuenta de la importancia de la educación para que las personas puedan cobrar conciencia de su propio potencial”.

Cuando Parbati comenzó a enseñar, observó que las mujeres que asistían a las formaciones no tenían las competencias en lectoescritura necesarias para firmar con su propio nombre. Al enseñarles el alfabeto nepalés y las competencias en cálculo, observó que su interés por los estudios aumentó. Parbati ayudó a las mujeres a adquirir un sentimiento de orgullo ya que no tendrían que volver a firmar los documentos oficiales con la huella de sus dedos.

Parbati también organizó sesiones interactivas con alumnas de Achham, en las que abordó las cuestiones relativas a los embarazos, la planificación familiar y la higiene menstrual. Ella aboga por el fin de las prácticas nefastas, incluido el acoso sexual, la violencia contra las mujeres y las niñas y el matrimonio precoz.

Como facilitadora, la alfabetización de las mujeres ha sido algo particularmente enriquecedor para ella, ya que ha sido testigo de la transformación de estas alumnas en empresarias. Los cursos no se limitan a enseñar la alfabetización funcional, sino que también enseñan a estas mujeres cómo organizar grupos de ahorro e inversión. Muchas mujeres han creado sus propias empresas.

Parbati observó que las mujeres de Simalkot sobresalían en los cursos y pedían más oportunidades educativas. “Después de haber alcanzado tal nivel en solo un ciclo de formación, imagínense lo que pudieran lograr después de unos cursos más”.

Ratan, una madre transformada de Duni

“El primer día de clases fue uno de los más bellos de mi vida”, afirma Ratan. “Quería seguir mis estudios para garantizar un buen futuro a mi hija. Me debo convertir en un buen ejemplo para ella”.

Ratan, entonces en 6° grado, había tenido que abandonar la escuela debido a un matrimonio concertado. Se convirtió en madre a los 21 años y se ocupó de su familia. Las oportunidades eran limitadas para Ratan, ya que implicarse en actividades públicas fuera de su hogar era a menudo objeto de la estigmatización debido a las costumbres sociales en vigor en la provincia de Sudurpashchim, en Nepal.

Después de haber convencido a su familia, Ratan asistió a los cursos de alfabetización funcional organizados en el marco del Programa Conjunto. “Al principio, era demasiado tímida y nerviosa en clases, pero ahora puede decir lo que piensa en público”, afirma Saraswoti, la facilitadora de Ratan.

Ratan ganó en seguridad a medida que sus competencias en lectoescritura mejoraban y que aprendía la planificación familiar, la salud y la higiene reproductivas y las prácticas culturales nefastas. Ratan comparte a menudo sus nuevos conocimientos con las mujeres de su comunidad, en particular en materia de salud e higiene reproductiva. Ahora experimenta un sentimiento más fuerte de independencia en su vida.

Antes de la formación, Ratan no tenía las competencias necesarias para acceder a su propia cuenta bancaria y retirar el dinero que le enviaba su esposo, un trabajador migrante en India. Ahora, tiene conocimientos financieros, es capaz de acceder a su propia cuenta bancaria, realizar retiros y depósitos de dinero y organizar las finanzas del hogar.

Última etapa, Tanzania

En Tanzania, el Programa Conjunto ha llegado a las niñas y mujeres jóvenes de las regiones remotas en donde el acceso al aprendizaje puede resultar más limitado. Para prevenir la violencia contra las niñas y aumentar la retención de las niñas en la escuela, 40 escuelas primarias y 20 escuelas secundarias de 4 distritos proporcionan en lo adelante servicios de orientación por mediación de 112 clubes juveniles. Las niñas y las madres jóvenes no escolarizadas se han beneficiado de los programas de formación profesional, de alfabetización, aritmética, así como de salud sexual y reproductiva. Más de 4.000 niñas y mujeres jóvenes escolarizadas y 1.000 no escolarizadas se beneficiaron con oportunidades educativas de calidad. Más de 180 funcionarios del gobierno local, 440 docentes y 60 creadores de programas pedagógicos provenientes de la educación superior fueron formados en materia de pedagogía sensible a las cuestiones de género, a las competencias durante la vida, la salud sexual y reproductiva, el VIH y el SIDA y la violencia basada en las cuestiones de género.

Fatma, una mujer empresaria de Mkoni

“Cuando abandoné la escuela, ni siquiera sabía leer frases enteras. Gracias al apoyo del Programa Conjunto, adquirí la seguridad necesaria para leer, escribir y realizar cálculos simples. Ahora ayudo a otras niñas para que aprendan a leer y a escribir”, explica Fatma, una empresaria de 25 años de Mkoni.

Fatma abandonó la escuela como muchas niñas y madres jóvenes de Tanzania. Poco después, se casó y tuvo tres hijos. Tuvo la impresión de que sus sueños acabaron cuando paró sus estudios a los 14 años de edad. Las perspectivas en la vida son limitadas para las niñas y las madres jóvenes de Tanzania sin educación, sin conocimientos y sin competencias para encontrar un empleo.

Fatma se incorporó a un centro comunitario para jóvenes creado por el Programa Conjunto, en el que adquirió conocimientos básicos en lectoescritura y cálculo. En el centro, también adquirió competencias digitales gracias a una tableta y a un teléfono inteligente proporcionados por el Programa Conjunto, algo que le permitió acceder a otros soportes de aprendizaje y desarrollar sus competencias empresariales y profesionales. Adquirió competencias en gestión empresarial contabilidad y comunicación.

Fatma está realizando sus sueños. Ha abierto una pequeña tienda de comestibles con los ingresos que ha obtenido por su trabajo como artista con la alheña. Asimismo, aprendió a pintar con alheña durante una formación profesional organizada en el marco del Programa Conjunto. “Vendo arroz, azúcar y legumbres. Es un gran logro poder ser económicamente independiente gracias a mis propios ingresos. Mi marido me apoya en mi trabajo”.

Fatma también proporciona consejos a las mujeres jóvenes de su comunidad, al compartir su propia con ellas su propia experiencia. “He ayudado a que otras mujeres aprendan a administrar una empresa. Una de mis amigas ha comenzado su propia empresa de artista de la alheña y costurera”.

Ashura, mujer empresaria y ejemplar de Kasulu

“Los habitantes de la aldea ya no nos ven como fracasadas a las niñas que, como yo, hemos abandonado la escuela”, explica Ashura, una empresaria y madre joven de 22 años, de Kasulu.

 Ashura, una empresaria y madre joven de 22 años, no pudo continuar sus estudios cuando terminó su educación primaria debido a las dificultades financieras de su familia. Comenzó a trabajar en una finca para ayudar financieramente a sus padres. Poco tiempo después, quedó embarazada y temió que esta situación limitara aún más las posibilidades de continuar sus estudios

Gracias a una formación en iniciativa empresarial y a oportunidades educativas, Ashura aprendió a gestionar una pequeña empresa que fabrica y vende productos tales como jabón, batik y harina de alto valor nutritivo. También aprendió a solicitar préstamos a los grupos de mujeres mediante el consejo de distrito de su región.

Gracias a las nuevas competencias adquiridas, Ashura pudo comenzar su empresa con un capital inicial, y reforzar progresivamente sus fondos mediante la venta de caña de azúcar y arroz. También creó un grupo que genera ingresos, junto a otras mujeres que se habían beneficiado del programa conjunto para estimular las actividades económicas dirigidas por mujeres. Su modelo de financiación se amplió hasta la creación de un banco comunitario de la aldea (VICOBA).

El VICOBA es particularmente útil cuando los servicios existentes resultan insuficientes. “Cada miembro del grupo aporta entre 5.000 y 10.000 TZS (de 2 a 4 dólares estadounidenses) cada dos semanas. El dinero de VICOBA se asemeja al de un seguro u otro préstamo concedido a los miembros del grupo para que puedan hacer frente a situaciones de urgencia”, explica Ashura.

A la vez que la vida de Ashura se transformaba gracias a su participación económica activa, notó un cambio en la percepción de las niñas no escolarizadas por parte de los miembros de la comunidad. Las comunidades han aprendido a aceptar que las niñas aporten una contribución significativa a la vida de su familia y de la sociedad. A las niñas y las madres jóvenes no escolarizadas como Ashura se les considera ahora como ejemplos en su comunidad.

Rahma, una alumna confiada de Kusulus

“Gracias al club Espacio seguro-TUSEME, adquirí la seguridad necesaria para hablar con mis amigas, mis docentes y mis padres”, afirma Rahma, alumna de 10° grado. “Estaba muy motivada por los estudios. Es así como aprobé el examen nacional con una buena nota”.

En Tanzania, solo el 69% de las niñas pasan de la primaria al primer ciclo de secundaria, con respecto al 73% de los niños, según cálculos del Instituto de Estadística de la UNESCO (2017). Se calcula que esto se debe al escaso apoyo por parte de las familias, a la falta de seguridad en sí mismos, a la violencia basada en cuestiones de géneros y al embarazo de las adolescentes.

Rahma, de 15 años de edad, integró el club Espacio seguro-TUSEME (“Hablemos de esto”) creado por el Programa Conjunto en su escuela. En él aprendió la igualdad de género y la violencia basada en las cuestiones de género, a quién dirigirse para denunciar un caso de violencia basada en cuestiones de género o solicitar orientación y consejos, y cómo emprender una acción colectiva si tuviera que hacer frente a un caso de violencia basada en cuestiones de género. Las actividades dirigidas por los jóvenes, como el teatro, la poesía y la promoción ante los padres y docentes de las cuestiones relativas a los desafíos a los que deben hacer frente las niñas, han contribuido a transformar los comportamientos con respecto a la educación de las niñas.

Rahma se sintió estimulada por las actividades del club y matriculó en la educación secundaria gracias a los resultados excelentes que obtuvo en los exámenes. Su relación con sus padres también se transformó positivamente: “A las niñas se les asociaba a los quehaceres domésticos, pero mis padres ya no piensan así. Ellos me incitan a estudiar. Están encantados con que apruebe el examen nacional”, afirma Rahma.

Actualmente, Rahma sigue participando en las activades del Espacio seguro-TUSEME de su escuela secundaria. Su club organiza campañas de prevención de los embarazos precoces entre las adolescentes. “Un mercado nocturno es un lugar público en donde las niñas se exponen más a los embarazos precoces. Gracias a las campañas que se llevan a cabo actualmente, ahora veo a menos amigas mías ir a los mercados nocturnos”, explica Rahma. Asimismo, espero que otras escuelas creen clubes Espacio seguro-TUSEME para ayudar más a que las niñas sigan sus estudios. “Quiero ayudar a otras niñas a sentirse más seguras de sí mismas”.

Warda, facilitadora TIC de Mkoani

“Podemos enseñar a las niñas a leer y a escribir y lograr que adquieran competencias profesionales con miras a su independencia financiera. Espero que cada vez haya más niñas que se sientan más seguras de sí mismas, reforzar sus capacidades de liderazgo, su independencia, sus ingresos y que se sientan protegidas contra la violencia. Creo que el empoderamiento de las mujeres, es la emancipación de la sociedad”, declara Wanda, una mujer joven de Mkoni.

Warda se encontraba desempleada después de haber obtenido su título universitario. Se incorporó como facilitadora a un laboratorio TIC creado por el Programa Conjunto. Esta función le permitió adquirir competencias pedagógicas en lectoescritura e iniciativa empresarial, gracias a las tabletas. Más de 200 niñas y madres jóvenes no escolarizadas de Mkoani han adquirido competencias en gestión empresarial, contabilidad y comunicación en el marco del laboratorio TIC.

Zuhura, una de las alumnas de Warda, no sabía ni leer ni escribir, pero aprendió gracias a una aplicación de autoaprendizaje mediante una tableta. Ahora lidera una pequeña empresa que vende almohadas y enseña a otras niñas a leer y a escribir y a que adquieran otras competencias empresariales básicas. Warda también creó un grupo generador de ingresos con sus alumnas, al que llamó “Asociación de mujeres en favor de estrategias de desarrollo comunitario”, que permite al grupo recaudar fondos y apoyar a las empresas comerciales.

Las niñas que han aprendido la iniciativa empresarial gracias a los cursos del laboratorio TIC se han sentido responsabilizadas, pero este empoderamiento no se ha limitado a las alumnas. “Adquirí la confianza necesaria en mí misma para enseñar a adultos de todos los medios. Estoy encantada con ver su transformación, así como la mía propia”, afirma Warda.

Actualmente, Warda ayuda a otras niñas no escolarizadas, a la vez que estudia un máster. Recientemente ha comenzado a trabajar a medio tiempo en una oficina del distrito de Mkoani. Sueña con extender esta iniciativa a otros distritos de Pemba, en la isla de Unguja, e incluso de la Tanzania continental.

Angel, genio de la ciencia de Sengerema

Me dije a mi mismo: “Angel, no puedes fallar”. “Fui la primera de la clase de Física en este trimestre”, afirmó" Angel, 17 años de edad. Cree en sí misma y en que las niñas pueden tener tanto éxito como los niños en las disciplinas STEM.

 En Tanzania, las prácticas pedagógicas inapropiadas han provocado estos últimos años discriminación y rendimientos más bajos de las niñas con respecto a los niños en los exámenes estatales y en las disciplinas de matemáticas y ciencias.

Para luchar contra los estereotipos y prejuicios socioculturales que refuerzan la creencia en que las disciplinas científicas son meramente masculinas y difíciles para las niñas, los docentes de la escuela de Angel recibieron una formación pedagógica sensible a las cuestiones de género que les mostró cómo enseñar tomando en cuenta las necesidades específicas de aprendizaje de las niñas y los niños.

Con el apoyo de su docente, el rendimiento de Angel en las asignaturas de ciencia, tecnología, ingeniería y matemáticas (STEM) mejoró. Obtuvo excelentes resultados en sus exámenes nacionales de biología, entre otras materias. Se convirtió en la mejor alumna de su escuela y fue seleccionada para continuar sus estudios en física, química y biología.

Angel inspira a otras chicas de su escuela secundaria para que estudien con ahínco, también en las materias STEM, y para que aprueben el examen nacional. Cuatro de las compañeras de Angel también pasaron con éxito a la escuela secundaria superior. Angel también ha ejercido una influencia positiva en casa. Sus padres están orgullosos de sus logros en la escuela y apoyan su educación.

Safia, mujer líder de Pemba

“Gracias al Programa Conjunto, una mayor cantidad de miembros de la comunidad está a favor de la educación de las niñas y los niños, a la vez que desaconsejan los matrimonios precoces y los embarazos no deseados. Fue útil que convenciéramos a las oficinas del gobierno para que crearan una escuela secundaria en nuestra comunidad”, explica Safia.

Safia, es una líder de la comunidad de la isla de Pemba. Es una de las cinco mujeres líderes de las 143 shehias (o municipalidades) de la región. “Ser mujer líder puede resultar complicado, pero los miembros de mi comunidad me apoyan mucho”, afirma Safia.

Safia comenzó a defender el derecho de las niñas a la educación gracias al Programa Conjunto. Junto a otros miembros de la comunidad, creó piezas de teatro para incitar a la comunidad a invertir en la educación de las niñas. De este modo sensibilizaron a otros miembros de la comunidad en la prevención de los matrimonios precoces y el suministro del apoyo necesario para que pudieran continuar sus estudios. Desde entonces, la cantidad de niñas de su escuela que ingresan en la educación secundaria ha aumentado de 5 a 15.

Safia aboga también por la construcción de la primera escuela secundaria para niñas y niños en su shehia. Para poder ir a una escuela secundaria, los alumnos iban en general a las shehias vecinas. “Es muy difícil para los alumnos comenzar la secundaria si no hay una escuela secundaria en la comunidad. Imagínese a las niñas de diferentes shehias yendo a la escuela secundaria en barco. Para eso se necesitan unas 2 horas”, explica Safia.

“Pienso que más niñas podrán continuar su escolaridad en la escuela secundaria de nuestra shehia. Espero que se conviertan en mujeres líderes como yo cuando sean adultas”, afirma Safia.

Almachius, una líder comunitaria de Kasulu

“Mediante las actividades del Programa Conjunto, las adolescentes y las mujeres jóvenes se han vuelto más autónomas. Los padres y los miembros de su comunidad, los agentes del barrio y del distrito han sido testigos de su emancipación. A cambio, han comenzado a ampliar su apoyo”, explica Almachius, coordinadora del Programa Conjunto en el seno del Consejo de distrito de Kasulu.

Almachius observó que muchos logros positivos habían tenido lugar en el distrito. Uno de ellos tenía que ver con un préstamo de 9.000.000 TZ (3.900 dólares estadounidenses), concedido por el Consejo del distrito a tres grupos generadores de ingresos creados por el Programa Conjunto y dirigidos por mujeres. Por otra parte, en Here Ushingo, desde que se inició el Programa Conjunto, las tasas de transición de las niñas de la educación primaria a la secundaria aumentaron del 85% en 2017 al 99% en 2020.

Además, 7 escuelas de 15 en Kasulu han construido más aulas, baños, instalaciones sanitarias y locales que permiten que las niñas se cambien durante la menstruación, después de que tuvieran lugar las formaciones organizadas por el Programa Conjunto sobre el agua, el saneamiento y la higiene. “Esto ha sido posible porque los padres y los miembros de las comunidades que participaron en las formaciones donaron ladrillos y se ofrecieron como voluntarios para construir instalaciones escolares. La escuela secundaria de Titye construyó incluso un laboratorio de ciencias, tecnología, ingeniería y matemáticas”, explica Almachius.

Gracias a estas acciones, las tasas de matrimonios precoces y de embarazos no deseados disminuyeron. “Las prácticas sociales nefastas y la violencia basada en las cuestiones de género han disminuido, mientras que la cantidad de denuncias ha aumentado”, explica Almachius. Las oficinas del barrio y del distrito, así como las escuelas, han trabajado en estrecha colaboración con el Programa Conjunto para reforzar los mecanismos de denuncia.

Almachius espera extender esta acción a otros barrios de Kasulu. Otros seis barrios de Kasulu han reproducido las intervenciones del Programa Conjunto con miras a promover el empoderamiento de las niñas mediante la educación.